La inflamación es un proceso biológico que utiliza nuestro organismo de forma fisiológica para responder ante situaciones que conlleven un daño celular que puede ser originado por varias causas entre las que se encuentran los traumatismos, sustancias tóxicas, afectaciones por la acción de bacterias u otros microorganismo o exposición a radiaciones dañinas, entre otros.
Si bien todos los profesionales tenemos claro que es un evento que nos ayuda a recuperar el equilibrio biológico celular, al mismo tiempo hay una corriente de pensamiento demasiado extendida respecto a que la inflamación es la causa o el origen de muchas de las enfermedades, especialmente las enfermedades llamadas “modernas”.
Esta contradicción evidente parece pasar desapercibida en la actualidad y es raro encontrar profesionales que no caigan en el discurso oficialista de la inflamación como algo patológico. Y no tienes más que poner en cualquier base de datos de estudios científicos “chronic inflammation” y te aparecerán cientos de miles de pappers sobre la relación entre la inflamación de carácter crónico con cientos de patologías.
Pareciera por tanto evidente que la inflamación que se llama habitualmente de bajo grado es la causante o al menos un factor determinante en la aparición de patologías de muchos tipos.
Sin embargo, aunque posiblemente esta sea una batalla perdida antes de comenzarla, voy a exponerte argumentos por los cuales la inflamación no causa enfermedad per se y tengo la esperanza de que alguien al otro lado de este texto, comprenda la profundidad de lo aquí escrito y use el criterio biológico para discernir la información entre toda esta avalancha de autómatas que aboga por suprimir o luchar contra un proceso natural, biológico y altamente necesario para la correcta reparación y equilibrio orgánico.
Inflamación crónica vs. Inflamación de bajo grado
Iniciemos por el punto clave en toda esta cuestión. Pues todo el mundo profesional como te decía, tenemos claro que la inflamación aguda es necesaria y afortunadamente cada vez queda más lejos ese abordaje de hielo, antiinflamatorio e inmovilidad para tratar una lesión músculo-esquelética o ligamentosa. Años nos ha costado hacer entender este punto tanto a profesionales como a pacientes, pero creo que lo hemos conseguido.
Ahora vamos con el siguiente nivel: la inflamación crónica y la inflamación de bajo grado. Por definición crónico es cualquier alteración que supere los seis meses de duración, pero me da la sensación que se indiferencia de forma habitual lo que sería una inflamación de bajo grado con una inflamación crónica.
Cuando hablamos de inflamación de bajo grado estamos haciendo referencia a intensidad del evento inflamatorio, pudiendo tener un contexto de inflamación en el cuerpo sin que aparentemente haya alguna zona inflamada. Esto habitualmente se cronifica, pero no es exactamente lo mismo que una inflamación crónica.
En una inflamación crónica hacemos referencia a un proceso de reparación que no se puede concluir por la razón que sea, y queda por tanto un estado constante de inflamación en una zona del cuerpo concreta.
Son eventos muy diferenciados y las causas que nos llevan a un tipo de inflamación u otra son bien distintos en la mayoría de los casos. En la inflamación crónica ocurre una suspensión del proceso de reparación y eso puede suceder por falta de recursos del organismo (poco frecuente), como cuando una obra se queda sin ladrillos para seguir levantando las paredes, o la más frecuente, porque en determinado momento no ocurre una función básica que tiene que suceder para terminar el proceso inflamatorio: eliminar líquidos. – más adelante te cuento la causa de esto – .
En el caso de la inflamación de bajo grado en verdad, no tiene por qué pasar algo que se entienda como patológico. Es más, puede llegar a suceder por eventos totalmente fisiológicos. Por ejemplo, cada vez que comes, indefectiblemente siempre va a realizarse un evento mínimamente inflamatorio en tu intestino. Cada vez que haces deporte con una intensidad elevada, indefectiblemente tendrás un proceso inflamatorio. Cada vez que por el motivo que sea una glándula termina de excretar la hormona o sustancia que genera, tras una fase más intensa de trabajo, pasa por una mínima inflamación, imperceptible para nosotros pues no da síntomas en absoluto… pero si en ese preciso instante pudiéramos analizar marcadores inflamatorios específicos de ese órgano o glándula, comprobaríamos que hay varias activaciones a ese nivel.
La necesaria función de la inflamación de bajo grado
Para comprender por qué sucede todo esto, únicamente tenemos que fijarnos en la función que tiene el proceso inflamatorio en nuestro cuerpo:
Cada vez que se da la señal de activación de la inflamación, es decir, que los mastocitos liberan las citoquinas pro-inflamatorias o las células de nuestro cuerpo liberan sustancias como la histamina, se pone en marcha todo un conjunto de reacciones que dan como primer resultado la dilatación de los capilares y vasos sanguíneos, lo que permite la llegada de otras células de mayor tamaño de nuestro sistema inmunitario: los neutrófilos, macrófagos y/o linfocitos…
Cada tipo de célula inmunitaria realiza una función concreta pero lo que a continuación se va a realizar, en líneas generales, es un escaneo general de la situación empezando a actuar para eliminar el tejido dañado y comenzando labores de re-equilibrio bioquímico de la zona.
Si comprendes esto, entenderás que cada vez que sea necesario hacer un escaneo de la zona o bien una restitución del equilibrio bioquímico tu cuerpo va a usar este mismo proceso. Si hablamos de que introduces alimento en tu intestino, especialmente en las células de Pleyer, es donde más va a producirse es escaneo o ese reconocimiento de cada sustancia… y para que eso se produzca y se haga la consecuente gestión de cada nutriente, tiene que estar presente células de tu sistema inmunitario. Cierto es que se usa la vía linfática para la migración de leucocitos por ejemplo, pero también es cierto que para que actúen estas células, siempre va a ser necesario que estén presentes las citoquinas, y frecuentemente estas son las pro-inflamatorias, generando esa mínima inflamación cada vez que comes.
Exactamente lo mismo ocurre ante una sustancia no considerada un nutriente y que necesitan de la acción de los macrófagos para eliminarla. Esto sucede con tóxicos como algunos conservantes y colorantes artificiales o metales pesados, que tienen que ser gestionados directamente por el sistema inmunitario.
Y lo mismo sucede en una glándula cuando es necesario trabajar sobre el equilibrio bioquímico exterior a la misma. Suponte que en un momento determinado, por el motivo que sea que ahora no viene al caso, una de tus glándulas, como la tiroides, ha de pasar horas sometida a un estrés de producción de T3 o de T4. Ese aumento del metabolismo va a producir indefectiblemente un mayor exceso de sustancias de desecho metabólico y radicales libres, cambiando el ambiente celular exterior por un exceso de consumo de oxígeno.
Cuando esa tiroides vuelve a su estado fisiológico normal, ha de haber un proceso de limpieza, de reequilibrio de ese estado bioquímico celular. Las células tienen sus propios mecanismos de captación de radicales libres por ejemplo, pero si ha sido lo suficientemente intenso, generalmente tienen que pedir ayuda, y eso lo van a hacer a través de activar el proceso inflamatorio para que lleguen todos los macrófagos y células especializadas en la restitución del equilibrio bioquímico.
¿Por qué se entiende como problema la inflamación de bajo grado?
Como ves la inflamación de bajo grado cumple la misma función que una inflamación habitual pero como el estímulo es mucho menos intenso que cuando sufrimos un traumatismo, la respuesta de nuestro organismo es proporcional a dicho evento.
Entonces, ¿por qué todo el mundo habla de que este tipo de inflamación es el origen de muchas patologías? Aquí tenemos varias cuestiones que comprender.
La primera es que el tipo de vida que llevamos hace que tengamos impactos biológicos constantes que son estímulos de este tipo de inflamación. Son mínimos en intensidad, pero acumulables tanto en cantidad como en tiempo. Cada vez que comemos se genera cierta inflamación. Si haces 5 comidas al día, 5 veces que te inflamas.
Cada vez que te expones a luz artificial, como las pantallas de ordenador, televisión y teléfono, esas radiaciones producen un mínimo daño celular y su consecuente inflamación. Si son exposiciones puntuales ni lo notas, pero si trabajas con ordenador y teléfono y además estás en una oficina sin luz natural, pues más estímulos pro-inflamatorios generas. Tanto si haces ejercicio en exceso, como si no haces nada de ejercicio, también empiezas a acumular inflamación… así podemos seguir con miles de estímulos diarios más incluidos los emocionales.
Cuando acumulamos día tras día todos estos estímulos de forma continuada, mucha parte de nuestro organismo tiene que trabajar al mismo tiempo para re-equilibrar nuestro cuerpo. Y ya has comprendido que cada vez que el cuerpo trabaja en ese sentido, usa el proceso inflamatorio.
Cuando esa inflamación general tiene suficiente intensidad, comenzarás a notar síntomas concretos como el dolor que suele ir acompañado… y es ahí donde la comprensión autómata y moderna lo va a catalogar como un error de diseño, como una patología. Si tienes dolor y síntomas, seguro que algo debe andar mal en tu cuerpo.
Sumado a este punto, en esa infinidad de estudios científicos de la que te hablaba se ve también que en personas diagnosticadas de una patología, casi cualquier patología, siempre hay una relación más o menos directa con un estado inflamatorio. Por ejemplo, cualquier enfermedad que catalogan como neurodegenerativa tiene siempre de base un proceso de inflamación en los nervios. Del mismo modo, cualquier patología digestiva, o bien es directamente entendida como enfermedad la inflamación, como la enfermedad inflamatoria intestinal o como la gastritis, o bien es un factor causante de la patología, como en procesos oncológicos del colon.
Si hablamos de patologías catalogadas como metabólicas, endocrinas o circulatorias, ocurre lo mismo. Incluso a nivel genético ya se habla de que la inflamación puede producir por epigenética un cambio de expresión de genes y eso llevar a un proceso oncológico.
Obviamente si en tantos estudios se evidencia esto, tienen toda la razón. Eso ocurre como tal. El problema, como de costumbre es la interpretación. Que la inflamación esté presente en ese contexto del paciente nada tiene que ver con que la inflamación sea la causa de que el paciente padezca esa patología.
Pero es mucho más fácil creer que la inflamación es el problema, pues así tenemos algo contra lo que luchar y podemos darte fármacos o suplementos. Y claro, si eliminas la inflamación el síntoma de dolor habitual también suele eliminarse o al menos reducirse ya que ese dolor se activa por vías de las citoquinas pro-inflamatorias… y con el automático puesto, si el paciente no tiene síntomas entonces “está curado”. ¡Todo un éxito! Pero a la larga esta estrategia no funciona si sigues la linealidad de los eventos.
¿Qué crees que pasa si no permites actuar a la inflamación? Pues obviamente que el proceso de limpieza, regeneración o re-equilibrio orgánico natural no se puede producir y eso tiene severas consecuencias si se sigue de forma constante esta estrategia anti-inflamatoria. Por tanto la lucha inconsciente respecto a la inflamación es toda una aberración y no puede llamarse terapéutico algo que evita un proceso natural y biológico del cuerpo.
No me malinterpretes, estoy a favor de modular o si es posible, evitar al máximo los impactos dañinos sobre nuestro organismo que puedan incrementar la inflamación de forma totalmente innecesaria. Y ahí sí puedo coincidir en algunas estrategias como mejorar la exposición a la luz solar, realizar el famoso grounding o caminar descalzo, incluso en casos y momentos específicos realizar una dieta antiinflamatoria que llaman. Pero no como una lucha ante la inflamación, si no como estrategias para gestionar mejor los síntomas y el reequilibrio del paciente, pues la percepción de la persona es clave en todo su proceso.
Problemas de luchar contra la inflamación
Para los que son cortos de memoria, entienden esto que te voy a decir como eventos separados, pero para quienes entendemos la lógica biológica, cae por su propio peso que uno es consecuencia de lo otro. Si inhibimos la inflamación y no permitimos que se complete el proceso, dependiendo del tejido en concreto sobre el que se esté actuando, tendremos unas consecuencias u otras.
En todos los casos ocurrirá por defecto una pérdida de cualidades o función del tejido puesto que el cuerpo en vez de reconstruir la zona, la ha dejado abandonada por falta de recursos o ha puesto el parche que ha podido para seguir adaptándose a la situación. Esto nos da como resultado fibrosis, calcificaciones, quistes y/o pérdidas de función de un órgano – que normalmente no notas si son puntuales, pero que a la larga limitan la capacidad de adaptación de la persona. Y muchos parches puestos en una avería puede funcionar un tiempo, pero antes o después el sistema colapsará y ya será demasiado tarde.
En los casos más agravados, esto puede terminar acarreando importantes alteraciones tanto en respuesta inmunitaria como en una importante disbiosis de todo el microbioma puesto que hay una estrechísima relación entre las células inmunitarias y las bacterias para la restitución del equilibrio del entorno celular.
Piénsalo así, la naturaleza sí o sí va a hacer siempre su función y cumplir su objetivo: la supervivencia. Y lo va a realizar con lo que sea que tenga disponible. Si le cortamos artificialmente la vía inflamación, encontrará otro recurso, que habitualmente suelen ser las bacterias, y éstas tendrán que modificar su concentración y la frecuencia con la que actúan… lo que llevará a procesos infecciosos recurrentes. Esto no tendría mayor importancia si se gestiona correctamente. Pero como el profesional autómata entiende que la infección es mucho peor que la inflamación, se crea mucha más alarma y se da… exactamente antibiótico. Consecuencia: ni inflamación ni bacterias para la reparación…
¿Qué va a quedar? Pues la vía de anticuerpos y otras células inmunitarias que no necesitan tanto la vía inflamatoria para actuar. ¿Y sabes qué ocurre cuando esto sucede? Un cuadro más agravado aún para los autómatas… la autoinmunidad.
Y en todo esto el paciente cada vez con peor sensación creyendo que su cuerpo no funciona bien… carne de cañón para concluir con la activación de un proceso oncológico.
Se que esto es un ejemplo un tanto extremo, pero créeme que ocurre con demasiada frecuencia en nuestro tiempo.
Si no es la causa, entonces ¿por qué está presente en casi todas las enfermedades?
Llegamos al punto clave. En este artículo te daré las bases para que lo comprendas, pero en futuras publicaciones tendrás una respuesta más en profundidad.
Nuevamente te invito a que te fijes en el proceso inflamatorio. Éste siempre se activa tras un evento concreto que podemos denominar un estrés biológico. Ese estrés puede ser un traumatismo o cualquier otro tipo de daño celular. Pero también puede ser un estrés celular por un exceso de activación, tal como te comenté en el ejemplo de la tiroides.
Son orígenes totalmente distintos, pero todos estos casos siguen un mismo patrón. Primero el estímulo estresante: si es un traumatismo es un estímulo muy corto en el tiempo pero de alta energía. Si es una activación en exceso de una glándula como veíamos, conlleva menos energía condensada pero con mucha más prolongación en el tiempo.
En función del tiempo y la intensidad del estímulo vamos a tener que realizar una reparación más o menos intensa. Esto va a marcar tanto la aparición de síntomas como la duración del proceso inflamatorio.
El estímulo estresante siempre va a activar las vías del estrés orgánico que van siempre por vía del S.N. Simpático y el cortisol. Evidentemente si tenemos un traumatismo no se activa la producción de cortisol como tal, pero sí que hay un importante estímulo inicial simpático. Tras ese estimulo, le sigue siempre el parasimpático, que es el encargado de “gobernar” mientras está el proceso de reparación y limpieza en marcha.
El caso es que es también con el parasimpático donde encontramos la inmensa mayoría de síntomas que notamos, sea cual sea la patología. Síntomas de gripe, fiebre, infecciones, mareos, vómitos, dolores… todos aparecen cuando se está en fase parasimpática en el inicio. Después puede complicarse el cuadro de acuerdo a la intervención “terapéutica”, pero siempre al inicio, aparecen en esa fase.
Dado que lo que habitualmente se cataloga de enfermedad es porque se presentan síntomas, indefectiblemente en la mayoría de enfermedades en los que exista algún tipo de sintomatología que el paciente sea consciente, va a ser acompañado de esta fase parasimpática. Y sí o sí, esta fase parasimpática siempre va a conllevar cierto grado de inflamación puesto que como te dije, uno de los efectos de este parasimpático es la dilatación capilar y arterial, que va a llevar más líquido sanguíneo a la zona en concreto.
Aclaro que esto no pasa en todas las catalogadas enfermedades. Pero sí en todas aquellas que impliquen cualquier proceso de restitución o reparación del entorno celular. Ten en cuenta que los diagnósticos son etiquetas que engloban signos o síntomas. Puedes tener una “enfermedad” que consista por ejemplo, en tener una menor producción de glóbulos rojos, en cuyo caso no tiene por qué activarse vías inflamatorias puesto que ahí no hay que “reparar” algo.
Es por ello que la mayoría de patologías, cuando hacen estudios científicos al respecto, siempre van a tener activadas vías celulares específicas de inflamación, pareciendo que todo se origina desde el momento en el que se activa la fase parasimpática… pero en realidad siempre, indefectiblemente en todos los casos, si hay inflamación activa es porque ha habido un estímulo estresante previo, y ese, mi querido/a lector/a, es el verdadero origen de todo el programa, que dará como resultado una sintomatología que los autómatas van a encasillar en una etiqueta para decir que alguien tiene tal o cual enfermedad.
Por tanto, NO, la inflamación no es la causante de la enfermedad. Siempre está presente como intento biológico de reequilibrar aquella zona que se haya visto afectada por la condición estresante de la naturaleza que sea, ya sea un traumatismo físico o ya sea un estrés biológico. La inflamación es Solución, no problema.
La inflamación aguda o la de bajo grado no… pero seguro que la inflamación crónica sí es un problema
Lo siento por las mentes autómatas… pero tampoco. Si una inflamación queda en estado crónico es porque hay un motivo distinto a la inflamación que ha evitado que se complete el proceso.
Sólo hay 3 motivos por lo que esto pueda pasar:
- Falta de recursos del organismo: como te dije es poco frecuente pero puede pasar. En ese caso un completo asesoramiento nutricional será la clave para completar el proceso.
- Estímulos simpáticos frecuentes: La inflamación es siempre en presencia del parasimpático. Si vuelve a producirse sobre la misma zona un estrés biológico, se activará nuevamente el simpático y eso corta radicalmente el proceso de regeneración de los tejidos. Es como si constantemente te dieras con un martillo en la zona donde te fracturaste el hueso. Eso producirá nuevo estrés y eso activará de nuevo la inflamación. Si esto se repite en el tiempo, tendrás una inflamación constante en la zona hasta que el cuerpo encuentre otra solución (como la calcificación).
- Por retención de líquidos: Esta es la principal causa. En un momento específico del proceso de inflamación, cuando la reparación está casi resuelta, el cuerpo tiene que dar la orden de eliminar el líquido sobrante de la zona. Si en ese instante el paciente tiene una retención hídrica importante, ese paso no se puede realizar y eso provoca que constantemente exista una acumulación de líquido residual que es lo que llamamos inflamación crónica. Esto viene provocado por los colectores de riñón, que en otro artículo profundizaremos, pero básicamente es como tener los grifos del cuerpo cerrados. Por mucha presión de agua que tengas, si el grifo está cerrado el agua no puede salir.
En cualquiera de las tres situaciones, el proceso inflamatorio no se completa y el cuerpo queda en un “stand by” al respecto. Eso cronifica los procesos y da pie a todas las patologías denominadas crónicas en el organismo.
Y aquí poco o nada te van a hacer los anti-inflamatorios, así que deja de tomarlos. De hecho los anti-inflamatorios producen un estímulo simpático generalizado en el cuerpo, es decir, la segunda causa de cronicidad de una inflamación. Nuevamente una contradicción en sí misma. Sólo sirve el antiinflamatorio en casos en los que por cantidad de inflamación puedan producir problemas, como en una inflamación cerebral. Ahí sí, que te administren antiinflamatorios pues las consecuencias de no hacerlo pueden ser letales.
Si no, aprende a acompañar tu proceso de la forma más biológica posible. ¡En el podcast te cuento cómo!
Como te dije, cuento que esta es una batalla casi perdida en el ámbito científico, pues están tan sesgados con sus creencias y hay tantos estudios que muestran que cuando hay enfermedad hay inflamación, que para lograr introducir en sus estancos cerebros que la inflamación aunque esté presente no es la causa… me llevaría varias vidas conseguirlo.
Confío en que si has leído hasta aquí el artículo es porque eres una de esas mentes críticas que tanto escasean. Y es que pocos somos los críticos que tratamos de encajar todas las piezas del puzle en el lugar en el que van… y si cuando llegamos a la última pieza, ésta no encaja, en vez de ponerla a la fuerza, nos tomamos la molestia de deshacer todo el puzle y volver a intentarlo… pues de sobra la biología nos ha mostrado a lo largo de la historia que si existe un error de diseño, ésta es la soberbia humana de creernos por encima de una creación tan perfecta como lo son cada ser vivo.
Por una conciencia biológica que transforme a mejor la vida de las personas
Roberto Gorostiaga
Junio 2023